Un breve análisis electoral.



Por FELIX BETANCES.

Lo ocurrido en las recién pasadas elecciones llevadas a cabo en la República Dominicana, de las cuales a varios días de su celebración el organismo comicial no ha podido dar los resultados oficiales, por varias causas; no ha sido nada extraño, con relación a lo que está acostumbrado el pueblo, pero desde hace muchos años.

No son pocos los que sabían lo que podía ocurrir en estas elecciones, para lo cual, muchos también se habían preparado de manera estratégica, haciendo cosas que quizás creían que nadie se estaba dando cuenta.

Una simple muestra fue lo descrito por la Comisión de Observadores de la OEA, quienes en su informe público, expresaron todas las barbaridades comprobadas de manera vergonzosa, por todas las fuerzas políticas participantes en dicho proceso, sin ni siquiera cuidar las apariencias (compra de votos, compra de cédulas, entre otras diabluras).

La forma de cómo se manejó el Presidente candidato del oficialismo Lic. Danilo Medina, desde el mismo momento en que según se dijo, había comprado, digo logrado, la simpatía de legisladores para reformar la Constitución y conseguir pasar la reelección, cosa ésta que le ganó la antipatía de muchos de sus propios co-partidarios. A esto hay que agregar, el gasto desmedido de recursos en un capítulo que se denominó: “publicidad”, entre otras cosas.

Por otro lado, la situación por la que atravesó el candidato de la oposición por el PRM, Lic. Luis Abinader, quien al no ser un Líder nacido en circunstancias normales, sino creado a interés y manejo de un grupo de vividores de la política, quienes vilmente lo engañaron, saliéndose de abajo del andamio que ellos mismos le habían creado; cegados por el interés mercurial.

Dada la falta de recursos que le permitieran competir con el “Estado”, aunque fuese en algunos aspectos y el abandono “negociado” de quienes empezaron a irse en estampida; éste no pudo llegar ni siquiera a convertirse en opción de poder.

En consecuencia, estas elecciones han sido calificadas por varias entidades, personas  y personalidades, como un “Tollo electoral”, dado el manejo poco transparente de la JCE, especialmente en la persona de su Presidente Dr. Roberto Rosario, por su forma caciquesca y cangrejesca de manejar el proceso, en un País, al que en forma muy irresponsable, hoy él califica de “Selva”.

Sin embargo, hay quienes no dejando de reconocer las barbaridades que “casi todos” los actores cometieron en el Certamen, consideran que debe darse como válidos los resultados en el nivel presidencial, solo por la gran diferencia que reflejan los resultados y no así, en el caso de los niveles congresuales y municipales, en los que precisamente, se ha armado el gran berenjenal.

Es esa precisamente, una de las cosas por las que los que piensan como quien escribe, no creemos en la llamada democracia dominicana, en la que los de arriba, siempre manejan las cosas a su mejor conveniencia, olvidándose de a quienes representan.

Si las elecciones se consideran como una vergüenza para este país a estas alturas del juego, si son cuestionadas por su falta de transparencia, esto no debe ser para una área sí, y para la otra no.  Si no llenaron las expectativas, entonces lo que procede es hacer nuevas elecciones generales, en el entendido de que todo el proceso quedó manchado o viciado.

Finalmente, entendemos que si lo que van a hacer son los acuerdos de aposento a los que ya está acostumbrado el pobre y semi estúpido pueblo dominicano, donde todavía aparece gente que se mata con cualquiera por políticos y donde hemos escuchado a políticos de altura decir: “a mí hay que matarme, si me quitan éste Cargo”, entre otras cosas; entonces que los hagan y que ya se termine con la pesadilla que todavía podría cobrar vidas humanas en ciertos lugares, acuñada por la irresponsabilidad de quienes tienen la Sartén por el mango.

Según la realidad que se ha vivido aquí en estas elecciones y que nadie se atreve a desmentir ni a ocultar, si fuese éste un País con respeto institucional, ya se estuviese hablando de nuevas elecciones generales; pero como no es necesariamente nuestro caso, creemos que la única alternativa que queda, “son los acuerdos de Aposento, harto conocidos.

¿Dónde todos son culpables, a quién se va a condenar?.

¡Resuelvan eso ya!.


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